miércoles, 15 de octubre de 2014

Parábola de los diez leprosos

La lepra era una enfermedad incurable para aquella época que solo se podía solventar con los milagros de Dios.
La vida de los leprosos era miserable. La sociedad los marginaba, y los hacía alejarse del trabajo, los amigos y la familia.
Tenían que vivir fuera de las ciudades y además tenían  que anunciar que eran leprosos.
Se consideraban impuros.


Yendo Jesús a Jerusalén,  pasaba entre Samaria y Galilea. Y al entrar en una aldea, le salieron al encuentro diez hombres leprosos, los cuales se pararon de lejos y alzaron la voz, diciendo: ¡Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros!


Ante cualquier problema los humanos recurrimos a Dios al igual que los leprosos pidiendo misericordia.

 Viéndolos les dijo: Id y  mostraos a los sacerdotes. En el camino quedaron limpios.
Jesús les dijo que fueran a ver a los sacerdotes, pues eran ellos quienes certificaban la cura.



Mientras caminaban se iban curando, como buenos cristianos ellos obedecieron la Palabra de Dios. Mostraron su Fe.

 Nosotros también cuando pedimos ayuda obedecemos y somos aconsejados poniéndonos en manos del otro, creyendo en sus palabras para llegar a la solución del problema.
uno de ellos, viéndose curado, volvió  glorificando a Dios a grandes voces, y cayendo a sus pies, rostro a tierra, le daba las gracias.
Como fiel cristiano a cristo tras ver que se había curado volvió en busca de Jesús para darle las gracias por lo que había hecho.


Nosotros los  hombres también deberíamos reconocer esa ayuda, y deberíamos dar las gracias por esas acciones o consejos.
Tomando Jesús la palabra dijo: ¿ No han sido diez los curados? Y los nueve, ¿dónde están? ¿no ha habido quien volviera a dar gloria a Dios sino este extranjero? Y le dijo: levántate y vete, tu Fe te ha salvado
Nosotros también le pedimos ayuda a Dios y Él nos la concede.
Al igual que los otros nueve estamos acostumbrado a recibir en cuanto pedimos algo y no damos nada a cambio. Tenemos que reconocer que el mérito puede ser también del otro por haberte ayudado.
Porque has creído te has salvado.
El verdadero cristiano es el que tiene una relación con Jesús
Aceptar a Jesús como su Salvador personal es poner su Fe y confianza personalmente en Él

REFLEXIÓN
Los   nueve leprosos  me hacen pensar en la actitud y dicho de “si te he visto no me acuerdo”, esa actitud de pensar en sí mismo  que nos lleva hacia el egoísmo, y hacia la ingratitud.
Todos los días suceden milagros cotidianos, todos los días sale el sol, nos despertamos, comemos, descansamos…en definitiva vivimos. Y esa vida no depende solo de nosotros sino que también dependemos de los demás, de Dios, de quienes forman parte de nuestra vida: padres hermanos, médicos, profesores… todos necesitamos de todos y hay que saber agradecer a los que nos sirven diariamente, hay que tener en cuenta los hechos y hay que saber valorar…
TENER UN CORAZON AGRADECIDO



¿Cómo trabajo con los niños?

En primer lugar responderíamos un cuestionario acerca de la parábola.
¿Qué hicieron los leprosos cuando vieron a Jesús? ¿Creéis  que ellos sabían quién era Jesús y que ellos creían en Él?

¿Qué les pidió hacer Jesús a los leprosos para ser sanados?

¿Cuántos leprosos regresaron para agradecer a Jesús? ¿Qué dijo Jesús acerca de los leprosos? 
También haría un experimento con los niños los cuales durante una semana se comprometen a ayudar en todo lo posible, ya sea en la escuela, en casa, haciendo la compra… (hechos de la vida cotidiana).

Después al finalizar el experimento les preguntaría a los niños si han sido, en todas las veces que han ayudado, agradecidos por los demás, y qué han sentido ante las respuestas que han recibido.

Para terminar escribirán  una nota de agradecimiento a alguien, que podría ser su madre, padre,  amigos,  vecinos, maestros…Y posteriormente enviársela al destinatario.
Estas tres actividades se dedicarían a los niños de la escuela primaria, en particular para el segundo ciclo.
Con ellos hacemos pensar a los niños que las cosas no vienen por si solas y que hay que dar siempre gracias, que no es algo del pasado sino que actualmente también se vive.
Reflexionamos sobre si ellos mismos son como los judíos o como el samaritano y si de verdad agradecemos siempre. Tienen que darse  cuenta que siempre habrá alguien como los judíos pero que también habrá gente como el samaritano.

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